AÑO CERO
La onda expansiva de esta puesta en escena es brutal. Dicen que por las paredes del Flumen aún andan vagando emociones, sentimientos y pensamientos que sus dueños, el público que vivió este musical ( porque este musical no se viene a ver, se viene a vivirlo), que sus dueños decía, no lograron contener. Me siento como si hubiera hecho historia, como si hubiera participado en algo grande, que se escapa de mí mismo y toma vida propia. Este musical rezuma humildad, pero no tiene problemas ni complejos y mantiene fija la mirada, orgullosa y herida por tantas injusticias, para decirle al mundo que un grupo de “chalaos” (incluyo a la productora) quiere cambiar este mundo usando su esfuerzo, disciplina, trabajo en equipo (ni un “protagonismo enfermizo” en nuestras filas), entrega y fidelidad a un proyecto que no es personal sino enteramente grupal, definitivamente comunitario.